EL ALUMINIO Y COBRE // MAURICE MENTJENS
El nuevo Museum W, Weert; Holanda. La colección de arte religioso que alberga ha inspirado la fachada de color oro del edificio, como si fuese un relicario.
La colección de arte religioso que alberga en su interior fue clave para la inspiración de este diseñador. El centro acoge 17.000 obras de arte religioso e historia y lo hace en un renovado cofre de color dorado.
“Los museos son los lugares sagrados de nuestra sociedad actual secularizada; y las obras de arte son las reliquias de todas las culturas; partiendo de esta premisa, se concibió la idea de diseñar una de las fachadas del museo a modo de relicario revestido de oro, como si dentro se guardaran las reliquias de un santo”, explica Mentjens. Un antiguo edificio del Ayuntamiento de la ciudad, de 1982, con estética industrial se viste de dorado e incorpora al museo esta tercera fachada inusual con una piel dorada mate como parte de la nueva extensión.
“Así como las esculturas y pinturas de los relicarios cuentan la historia de los santos a los que fueron dedicadas, esta fachada dorada tiene dos pantallas en las que se proyectan videoinstalaciones creadas por artistas contemporáneos o sirve para dar información sobre exposiciones presentes”, explica el diseñador holandés. Estos grandes ventanales a modo de vitrinas, cuando se abren y cierran, también se puede interpretar como un gran calendario de Adviento: “Detrás de cada contraventana hay un tesoro, una reliquia, una obra de arte que está oculta”.
En el museo podremos ver el patrimonio material de la Orden Holandesa de Frailes Menores Franciscanos en los Países Bajos, consistente en tesoros y utensilios de arte; herencia de Weert y la región desde la arqueología hasta el arte moderno; reunió una pequeña colección de arte contemporáneo, principalmente en la década de 1990, y finalmente la extensa colección de estudio Kunstwerkplaatsen Esser. La colección Esser documenta los métodos de trabajo de un importante taller de orfebrería de Weerter, principalmente para vasos religiosos entre 1838 y 1970.
Independientemente de lo que alberga dentro, el edificio en sí mismo ya merece la pena.
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