PAUL GRECCA // EL AMOR AL PERSONAJE
Si pensamos rápidamente en tres obras icónicas del arte renacentista pasaran por nuestra imaginación las imágenes del retrato de la Gioconda, la escultura del David o la pintura al temple del Nacimiento de Venus.
Cada cual representa a un ser dentro del universo de la obra en sí, es decir, el personaje cobra vida dentro de la obra y a su vez la obra recibe vida de su personaje. A veces se piensa que un personaje solo es esencial en una obra de teatro o una historia literaria, pero el personaje es uno de los recursos más lleno de valores para una obra artística visual y plástica.
Aunque ya dejamos en claro que el personaje vive dentro del universo de la obra, debemos precisar que el personaje, sea real o imaginario, tiene una personalidad construida a partir de rasgos únicos que lo caracterizan, que lo hacen “ser”, existir, al punto que tiene una forma de pensar o sentir con respecto a ese universo donde el artista lo está llevando a habitar.
No sé si les sucedió en la escuela, en el curso de escritura, tener que describir por escrito el aspecto físico de la foto de un individuo; yo al realizar ese ejercicio siempre describía si el individuo se encontraba feliz porque había ganado la lotería, o si estaba triste porque no le habían saludado por su cumpleaños. Claro, esto me hacía merecedor a una calificación des aprobatoria… aun así, ¡me sentía feliz por mi descripción! ¿A qué voy con esto? A que el espectador es muy capaz de percibir el pensar o el sentir del personaje a partir de lo que ve en la obra, de lo que está implícito y explícito en las características visibles del mismo: si el personaje es real o ficticio; si está dotado de racionalidad a pesar de ser un humano, un animal, un objeto o un ser sobrenatural; cómo deberá interactuar en ese universo creado para él.
La interpretación del personaje, tanto del artista como del espectador, parte de lo evidente: comienza con los rasgos físicos, que son visibles y sonoros, y suelen ser todos los aspectos relacionados con el exterior, la substancia de la técnica artística, que soportara todo el episodio de la obra en sí. Pero llegan a su culmen con los rasgos psicológicos que sostienen el pensar y el sentir del personaje y que le transmiten vida propia.
En muchas ocasiones - bueno, casi siempre - es la emoción inicial del artista, ya sea propia o ajena el artista es motivado por esta emoción y empieza a recrear al personaje, de allí que entendemos por qué el personaje no sale retratado mirando hacia el frente, sino que es retratado de espaldas, pero girando su rostro nos regala una mirada vulnerable y cautivadora.
Desde esta perspectiva veamos la célebre obra El grito de Edvar Munch, analicemos ese universo de colores en el cielo compuesto de anaranjados y amarillos, acompañados por un fluido azul que parte el horizonte en dos orillas, un puente sin inicio pero que se pierde en la profundidad; y frente a nosotros nos encontramos al personaje, con su postura sinuosa, tomándose del rostro, el cual se encuentra indefinido; y, sin embargo, su expresión apela a aquellos sentimientos que albergamos en algunos rincones de nuestro ser; el personaje se comunica con nosotros. Este personaje superó a la obra en sí, ahora muy presente de su universo, siendo representante en universos editoriales para infografías de temas psicológicos, como también muy parodiado en los stickers ilustrados para nuestras conversaciones en aplicaciones digitales.
Como podemos ver el uso de un personaje en nuestra obra es un recurso artístico rico en valores, nutriendo nuestra impronta de una historia que contamos o recreamos, una experiencia vivida o ajena, ampliando el mundo, nuestro mundo, convirtiéndolo en un universo extenso, donde obtiene identidad propia, a veces enlazada al nombre del artista o quizás el personaje nos preceda y obtiene una voz con la cual logre dialogar con nosotros o con futuros espectadores.
En mi caso particular amo hacer uso del personaje para crear mis ideas, ya sea desde el boceto hasta la obra final. Mi propuesta está llena de personajes, que se nutren de mi búsqueda interior y la exponen de modos lúdicos.
Los animo a hacer uso de un personaje, sin temores, dejen que el mismo tome su propio camino, y él será quien los guíe.
Les recomiendo algunos libros con los cuales entrar en este hermoso propósito:
Los 12 arquetipos de personalidad de Carl Jung, El héroe de las mil caras de Joseph
Campbell, Dar Vida Al Personaje de Silvia Kohan y Cómo crear personajes: Guía
para principiantes de Elena Cardenal.
¿Qué sería la vida si no tuviéramos el valor de intentar cosas nuevas?
Vincent van Gogh